Llegaron a Kakuma huyendo de la guerra, la persecución y la injusticia. Más de 190,000 personas viven actualmente en un campamento de refugiados en el noreste de Kenia. Buena parte de ellos lleva años viviendo ahí, incluso algunos nacieron en el campamento. Gracias a la ayuda humanitaria disponen de lo más indispensable para sobrevivir, pero no mucho más que eso. Sus condiciones de vida son precarias. Debido a que la población local es pobre, compite con los refugiados para obtener recursos esenciales como madera, agua, tierra y empleo.
Sin embargo, existe potencial para la actividad económica. En Kakuma y sus alrededores hay un sector informal muy activo. Pequeñas tiendas, cibercafés, panaderías, sastrerías y salones de belleza ofrecen sus servicios. No obstante, las habilidades profesionales de los refugiados son escasas. Eso les dificulta encontrar empleo y generar ingresos para ellos mismos y sus familias.
Así, en nombre de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), Swisscontact ha estado proporcionando formación profesional a los refugiados y a la población local en profesiones que tienen demanda en el mercado local. El proyecto Skills for Life apoya a jóvenes de 16 años en adelante, en especial a las mujeres. Organizados en grupos de aprendizaje, adquieren nuevas habilidades con formación práctica. Swisscontact colabora además con organizaciones comunitarias. Así se garantiza que los proyectos tengan un verdadero arraigo a nivel local.
El objetivo de Skills for Life es mejorar la empleabilidad de los jóvenes tanto de la comunidad de refugiados como de la de acogida. El que en el proyecto no sólo los refugiados, sino también la comunidad de acogida, estén incluidos, es clave. Con ello, los refugiados adquieren un sentido de pertenencia y la población local obtiene oportunidades de crecimiento económico y personal en la misma medida que los habitantes del campamento.
3,096 jóvenes en edad adulta (de los cuales 1,878 son mujeres) han completado su formación vocacional profesional en los últimos ocho años; la mitad de esas personas provienen del campo de refugiados, y la otra mitad son pobladores locales. En promedio han obtenido 1,778 francos suizos en ingresos adicionales anuales por sus actividades económicas.
Entre marzo y julio de 2020, no fue posible realizar ninguna de las sesiones de formación profesional en Kakuma. Como en casi todo el mundo, hubo un confinamiento estricto en Kenia y en el campamento de refugiados. En ese periodo, el equipo del proyecto Skills for Life se mantuvo en contacto con sus aprendices a través del teléfono. Esas discusiones telefónicas ayudaron a los jóvenes beneficiarios a adaptarse a la nueva realidad. Una vez suspendido el confinamiento, los grupos de aprendizaje tuvieron que reducirse para mantener una sana distancia entre sus integrantes. En el 2020 el proyecto amplió el aprendizaje digital a fin de mantener la capacidad de formación a pesar de haber reducido la cantidad de integrantes de los grupos.
Algunos de los contenidos de aprendizaje estaban ya disponibles digitalmente desde el 2017. Ahora se han ampliado de manera integral. Lectura, escritura y matemáticas son asignaturas que se adaptan muy bien a las plataformas de aprendizaje en línea. Ahora hay planes de introducir cursos sobre finanzas, emprendedurismo y gestión de grupos de ahorro y préstamo. El equipo del proyecto aprovecha la plataforma digital para generar consciencia sobre el tema de la equidad de género, por ejemplo. Y gracias a esa modalidad el proyecto puede ampliar también las actividades de asesoramiento y tutoría para las personas graduadas.
Puesto que en Kakuma y sus alrededores la conexión de internet es poco estable, en el mejor de los casos, todas las unidades de formación están disponibles en línea y fuera de línea. Los aprendices reciben computadoras y tabletas con las que pueden acceder a la plataforma.
Skills for Life es el primer proyecto que ofrece aprendizaje digital de esas dimensiones en un contexto tan frágil. La iniciativa de aprendizaje digital constituye un importante avance del proyecto al margen de la crisis de COVID-19 y de otras situaciones difíciles. La formación profesional es un factor importante para que los habitantes de los campamentos de refugiados puedan tener un ingreso y vida dignas, más todavía frente a las dificultades económicas provocadas por la pandemia. Skills for Life se esfuerza permanentemente por mejorar la accesibilidad y efectividad de la formación. La digitalización de la formación técnica ofrece flexibilidad en términos de tiempos y espacios de aprendizaje. Gracias a esta flexibilidad la formación resulta más accesible para los aprendices con necesidades especiales, como las jóvenes madres.
La congolesa Marie Heshima empezó a colaborar con el proyecto Skills for Life en el 2016.
“Ser instructora en el proyecto Skills for Life es un trabajo importante. Mi función consiste en dar a conocer las ofertas de formación, la orientación vocacional, constituir los grupos de aprendizaje y encontrar los lugares para el entrenamiento. Mi rol incluye apoyarlos enseñándoles habilidades vitales con las que puedan superar sus diferencias y fomentar el aprendizaje cohesivo. Una vez concluido el periodo de entrenamiento me pongo en contacto con cada uno de los beneficiarios para conocer cuáles son sus próximos planes. En general, la mayoría de ellos y ellas transforman sus respectivos grupos de aprendizaje en grupos de negocios. También les ofrezco asesoría a quienes eligen buscar su propio camino empresarial. Es muy gratificante ver a los beneficiarios prosperar e inventar la manera de lograr lo mejor para sí mismos y para sus seres queridos. Me hace feliz saber que puedo empoderar a la gente. Las nuevas habilidades les permiten aumentar sus oportunidades de tener un futuro mejor”.
Innocent Havyarimana sabe lo que se siente luchar a brazo partido hasta encontrar el camino propio. Esa noción fue su motivación para convertirse en tutor con el proyecto Skills for Life.
“Yo me enteré del proyecto por los carteles que habían puesto por todo Kakuma. Siempre he sentido la necesidad de ayudar a la comunidad en la que vivo, y esa necesidad no cambió cuando tuve que salir de Burundi y venir a Kenia. Darles esperanza a los demás, sobre todo en tiempos difíciles, es lo que me llena. Como tutor, entreno a las personas que han completado su capacitación, eso forma parte del proyecto. Les ayudo a actualizar sus destrezas productivas, les doy orientación para la comercialización y la interconexión, y les asesoro con la documentación que necesitan para montar su negocio. Me encanta cuando veo que hombres y mujeres a los que he asesorado logran hacer cambios visibles y favorables en sus vidas. Recuerdo a un grupo de mujeres refugiadas que sólo contaba con donativos para alimentar a sus familias. Después recibieron la capacitación y mi tutoría, y ahora pueden mandar a sus hijos a la escuela, comprar ropa y zapatos de mejor calidad y también mejoraron su alimentación, sin tener que depender de las ayudas. Es reconfortante ver que muchas personas refugiadas buscan activamente soluciones para sus dificultades, aun cuando viven en condiciones precarias”.
A fines del 2020, Innocent Havyarimana había impartido tutoría para la producción de jabón a 136 personas beneficiarias, de las cuales 22 ya están dirigiendo sus propias microempresas.