El llamado “Corredor Seco” de Honduras ha sido sumamente afectado por el cambio climático. Las temperaturas son altas. La población de esta zona, donde la infraestructura es deficiente, tiene que lidiar constantemente con períodos de sequía. Después, las tormentas son tan fuertes que se producen inundaciones devastadoras. Aquí, en el sur y suroeste de Honduras, la mitad de la población vive en pobreza extrema.
La mayoría de las familias en esta región depende de la agricultura para su sobrevivencia. Muchas de ellas, sobre todo las más pobres, son pequeños agricultores de subsistencia, mientras que otras producen nuez de marañón para exportación que consume muchos recursos. Para mitigar los altos índices de pobreza en el Corredor Seco tienen que aumentar su productividad y hacer uso de los recursos disponibles de forma más sostenible. Los jóvenes necesitan alternativas profesionales más allá de la agricultura, de lo contrario existe el peligro de que incurran en actividades ilícitas o que opten por emigrar.
La Agencia Canadiense para el Desarrollo lleva muchos años trabajando en el Corredor Seco, y en el 2017 encomendó a Swisscontact la ejecución de un proyecto para brindar oportunidades a la población rural y mejorar su calidad de vida. El planteamiento del proyecto consiste en apoyar a las mujeres y a la juventud, que están en evidente desventaja porque carecen de tierras, de educación y de medios de producción. Por lo general no tienen acceso a servicios financieros. Esto les excluye del desarrollo económico, y el proyecto se propone corregir esa desigualdad.
Agricultores y agricultoras de 33 municipios de la región pueden asistir a capacitaciones sobre “Buenas prácticas agrícolas”. Al aplicar esas prácticas, logran aumentar su producción y adaptarse a las condiciones del cambio climático. El objetivo es que obtengan mayores ingresos de su producción agrícola, que aseguren una nutrición suficiente para sus familias y que utilicen los recursos de manera sostenible.
Además, el proyecto está mejorando las condiciones para las PYME en los sectores no agrícolas. La región cuenta con 13 reservas naturales, lo que ofrece un buen potencial para el turismo. Esta diversificación de las fuentes de ingresos es crucial para que la economía local sea más resiliente.
En los últimos cuatro años, 576 hombres y 574 mujeres en el Corredor Seco de Honduras han aumentado sus ingresos. En promedio, han ganado 404 francos extras al año.
La pandemia de COVID-19 ha tenido profundas consecuencias en Honduras. El país pasó seis meses en estricto confinamiento. Los habitantes del Golfo de Fonseca vieron peligrar sus medios de vida. Ni siquiera podían cubrir sus necesidades alimentarias más básicas. Ante ello, Swisscontact reaccionó rápidamente y apoyó a la población local para la siembra de granos básicos. Gracias a las actividades que había desarrollado hasta entonces en el ámbito local, Swisscontact contaba con una red estable de organizaciones agrícolas y pudo organizar la distribución de maíz y frijol de manera rápida y sin burocracia. En total se beneficiaron 1,040 productores de marañón, la mitad de los cuales son mujeres. También aprendieron la manera correcta de sembrar maíz y frijol. En el futuro podrán hacer uso de estos conocimientos. La formación para los agricultores se llevó a cabo a través de un programa radiofónico.
Swisscontact organizó formaciones para PYMEs no agrícolas de manera virtual. Las capacitaciones ejemplificaron cómo adaptar modelos de negocios a la nueva situación: por ejemplo, cómo aprovechar las plataformas digitales y redes sociales para comercializar sus productos. Además, prepararon a las PYME para el momento en que se levantara el confinamiento, suministrando información sobre las medidas de higiene que deberían adoptar y ayudándoles a formular planes de protección contra COVID.
Las mujeres han sido particularmente afectadas por el confinamiento. Su carga de trabajo se ha incrementado debido a que las escuelas están cerradas, y además de cuidar a sus hijos tienen que ocuparse también de las personas enfermas y ancianas. La pandemia ha puesto de manifiesto, una vez más, que el cuidado de la familia y las tareas domésticas constituyen un tremendo obstáculo para las mujeres hondureñas en sus esfuerzos para generar ingresos y sobrevivir. Financieramente son también las más afectadas por la pandemia, puesto que son sobre todo las pequeñas empresas, y por consiguiente las mujeres, las que están padeciendo la crisis económica. Casi el 43% de las mujeres hondureñas en edad de trabajar opera pequeños negocios propios. El proyecto Oportunidades Rurales alertó sobre la amenaza que implicaba esta crisis para la independencia financiera de las mujeres y suscitó un debate sobre este tema.