La sistematización incluye la identificación de buenas prácticas, con el objetivo de aprender de la experiencia que tuvieron los diversos actores con el proyecto. Según la FAO, las buenas prácticas son “aquellas experiencias que se ha demostrado que funcionan bien y que producen buenos resultados. Son experiencias exitosas, que han sido probadas y validadas y merecen ser compartidas, para que un mayor número de personas pueda adoptarlas y que por lo tanto pueden constituirse en modelos”.