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Bolivia es uno de los países más pobres de Sudamérica, donde el hambre y la seguridad alimentaria son retos constantes. Las inundaciones y sequías recurrentes causadas por el cambio climático hacen que el país sea aún más vulnerable a la inseguridad alimentaria. En 2020, la crisis sanitaria mundial puso de manifiesto la fragilidad de las cadenas de suministro de alimentos, especialmente de los sistemas de pequeña escala. Las medidas para contener la propagación de Covid-19 restringieron la movilidad de los agricultores y la distribución de sus productos debido a que los pequeños agricultores no disponen de una logística formal para recoger y transportar sus productos. Por un lado, la agricultura familiar suministra alrededor del 48% de los productos alimentarios a las principales zonas urbanas, por lo que cualquier restricción a la distribución de alimentos amenaza directamente el suministro de los mismos. Por otro lado, las zonas rurales experimentan una escasez de productos procesados. Por lo tanto, para equilibrar las necesidades alimentarias de acuerdo con las exigencias sanitarias, se necesitaba un sistema que mostrara detalles fiables sobre el suministro de alimentos en un momento determinado.
Antes de la pandemia, el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras disponía -a través de su Observatorio Agroambiental y Productivo (OAP)- de un sistema que contenía datos sobre la oferta agrícola, pero ahora era necesario desglosar la información a nivel municipal y actualizarla con mayor frecuencia. A esto se añadía la necesidad de que la información estuviera disponible de forma inmediata, para que las acciones de respuesta fueran oportunas. Para proporcionar semanalmente información fiable sobre la oferta y la demanda de productos agrícolas, el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras desarrolló un sistema digital automatizado que aprovechaba las ventajas de la cada vez más accesible Internet y las aplicaciones web para móviles.
Los municipios pudieron registrar su oferta y demanda de productos agrícolas prioritarios en el Sistema de Monitoreo al Abastecimiento Alimentario (SISMA). La plataforma digital registraba informes periódicos de abastecimiento e información consolidada sobre la oferta y la demanda de los productos registrados. También incluía mapas interactivos, datos estadísticos en forma de cuadros de mando que mostraban la oferta y la demanda e información logística, como los datos de contacto relacionados con el sistema de abastecimiento en Bolivia. Esto permitió al Ministerio planificar acciones de respuesta en los municipios que informaron de la escasez. Inicialmente, el Ministerio gestionó la plataforma con el apoyo del equipo del proyecto Mercados Inclusivos. Esto incluyó el registro y la realización de informes de las Unidades Municipales de Gestión de Riesgos. Los usuarios pueden generar informes por producto y región que muestran los alimentos frescos y secos disponibles en sus municipios.
Durante los primeros meses, la plataforma experimentó una gran reacción por parte de los funcionarios: técnicos de 201 de los 339 municipios (59%) y de todo el país se registraron en el sistema. A medida que la conmoción inicial de la emergencia sanitaria se vaya disipando y la pandemia continúe, la plataforma dejará de ser una instalación temporal para integrarse de forma permanente en una estructura oficial del Ministerio, de modo que se pueda gestionar la posible escasez de alimentos en el futuro. Se ha acordado que el Observatorio Agroambiental y Productivo (OAP) asuma la gestión de la plataforma. Marín Ruiz, Ingeniero Agrónomo y Director de la Unidad de Sanidad Agropecuaria y Seguridad Alimentaria del Ministerio, ha señalado que es imprescindible conseguir que los distintos ayuntamientos aporten información actualizada sobre la oferta y la demanda, para que la plataforma se pueda actualizar en "tiempo real". En su opinión, la herramienta es una base sobre la que hay que construir un sistema para avanzar desde una solución temporal. El reto es que todos los actores de los sistemas alimentarios actualicen continuamente sus datos sobre el volumen y los ciclos de producción, así como la superficie de cultivo, de modo que puedan aplicarse modelos matemáticos para prever y gestionar mejor los cuellos de botella en el suministro de alimentos, entre otros.
Este ejemplo demuestra que el desarrollo de sistemas virtuales como respuesta a los problemas de seguridad alimentaria es crucial y viable. A medida que más y más personas tengan acceso a dispositivos digitales y el sistema se mantenga actualizado, será posible responder de forma innovadora a nuevos problemas y a condiciones cada vez más inciertas.
Esta iniciativa fue apoyada por el proyecto Mercados Inclusivos que Swisscontact implementa en Bolivia y que es financiado por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) y la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (ASDI).